viernes, 28 de septiembre de 2007

Identidades inmersas en el tiempo…y la tecnología

24 horas. 365 días…12 meses. ¡Cuán rápido transcurre el tiempo! No es raro escuchar de alguien que nos diga “los tiempos han cambiado”…y ciertamente nosotros también. Nuestras mentes son el “chip” que constantemente nos recuerdan lo que tenemos pendiente por hacer (aparte de todo lo que podemos sentir en cada segundo).

Tampoco es de extrañarse cuando nos achacan a los jóvenes por ser muy diferentes a como todo era en “aquéllas épocas”. La tecnología y nuestro apego a ella surgen como unas de las principales razones.

En mi caso, a los 21 años y como periodista que soy, puedo asegurar que la tecnología, en especial el Internet, es indispensable para nuestra diaria labor, nos facilita nuestro trabajo, nos amplía los horizontes, pero a la vez permite ser un espacio de distracción para cualquier persona.

La semana pasada leía sobre los conceptos “nativos digitales” e “inmigrantes digitales, en los que el autor explica de qué tratan. Se me hizo curiosa la terminología respecto a algo tan común, pero que quizás no nos damos cuenta de ello ni de cómo nuestra realidad es muy diferente a la de nuestros padres cuando tuvieron nuestras edades.

Al hablar de “nativos digitales”, los jóvenes somos los protagonistas de ello, puesto que hemos crecido rodeados por la cultura digital, lo que nos ha acostumbrado a pensar más rápido y a efectuar al mismo tiempo distintas tareas. En cambio, los “inmigrantes digitales” son los mayores, como nuestros padres, que comúnmente manejan la tecnología de una forma más básica que nosotros, sin las facilidades mencionadas anteriormente.

Si bien notamos que nuestras vidas poco a poco cambian y giran en torno a una rutina más demandante, he llegado a la conclusión de que a pesar de que la tecnología nos ha abierto las puertas y las mentes hacia muchas perspectivas diferentes, es importante rescatar que no debemos caer en los extremos, ni olvidar de que si no desarrollamos nuestra capacidad de análisis, de sentir y vivir, de enriquecernos como seres humanos (sin importar la edad), la tecnología no nos puede resolver todo.

Ya sea que seamos “nativos digitales” o no, todos tenemos la oportunidad de crecer a diario con nuestras propias características y talentos. Sin embargo, siendo parte de este sector, es importante emplearlo para nuestro bien, más aún en el caso de todos los comunicadores, que tenemos una responsabilidad social: informar con la veracidad. Los blog son ejemplo de ello, es una llave que nos abre la oportunidad de acercarnos e intercambiar nuestros pensamientos, ideas, opiniones y experiencias de una manera sencilla. ¡Bienvenido(a) a “Más allá de la vista”!

¿Quién soy? Fue el mes de octubre el que me vio nacer, el que rindiéndole honor a la época de invierno, había un tremendo aguacero a las 11:32 a.m., hora en que nací el día 6 en 1986.
En pocas palabras, creo mis papás no se equivocaron con mi segundo nombre, puesto que define muy bien cómo es mi personalidad en general, se dice que quien lleva el nombre de Fabiola se trata de alguien “de fuerte personalidad humana, altruista, afectuosa, sabe tomar la iniciativa, es fiel a sus sueños, muy entregada a los suyos, su espiritualidad le hace mejor persona”.

A ello le añadiría: hija única; amante de los postres, animales, la creatividad, el diseño arquitectónico, la cocina, el cine, la poesía, la música y de mi profesión como tal; soy alguien que disfruta compartir su tiempo libre con sus amigos y familia…pero sobre todo, alguien quien trata de ser feliz y hacer felices a los demás, quien prefiere ver el lado positivo de la vida.

En Más allá de la vista espero que vos y yo podamos compartir como el título mismo lo dice: ir más lejos de lo que percibimos, ser más profundos y abiertos a lo que vemos en nuestro entorno y de lo que aprendemos cada día. Es evitar la “pantalla”, es conocer el alma de cada qué o quién nos ha dejado algo de qué hablar para expresarlo por este medio…Es “abrir” los ojos ante cada una de nuestras distintas realidades.

¡Saludos!

Fabiola Domínguez Aguilar